De la Dra. Holly Cheever, médica veterinaria
Quiero relatar aquí una historia que es tan real y conmovedora.
“Al finalizar mis estudios de veterinaria trabajé en un consultorio veterinario para la industria lechera. He sido muy apreciada debido a mi trato amable con las vacas lecheras. Un día me llamó uno de mis clientes y me informó que se encontraba ante un caso bastante raro: Una de las vacas había parido la noche anterior su quinto ternero, de forma natural, sobre la pradera; trajó a su bebé al establo y tenía que dirigirse sola hacia la sala de ordeño, mientras que el ternero le fue arrebatado, como normalmente se lleva a cabo. De cualquier manera, tenía las ubres completamente vacías y esto fue ocurriendo durante varios días.
Como acababa de ser madre, era de esperar que produjera unos 47 litros de leche diarios; pero aunque se encontraba en un estado saludable, las ubres seguían vacías. Se dirigía cada mañana hacía el prado después de haber sido ordeñada, luego regresaba de nuevo para el ordeño por la noche y de nuevo se alejaba hacía el prado, esto ocurrió en una granja lechera en la que se concede al ganado, la alegría de la vida y el comportamiento natural en el campo- pero la ubre no estaba hinchada con grandes cantidades de leche como sería normal para una madre que acaba de dar a luz a su hijo.
En las primeras semanas después del parto fui llamada dos veces para examinar a esa vaca rara, pero yo misma no pude descifrar el misterio. Finalmente, el undécimo día, el ganadero me llamó: había encontrado la respuesta: la vaca había dado la luz a gemelos, y por una ” elección de Sofía “, le había entregado al ganadero a uno de sus terneros y había guardado el otro en un bosque al borde del campo. Cada día y cada noche, encontraba y alimentaba a su pequeño – el único que jamás hubiera podido guardar cerca de ella-.
A pesar de mis esfuerzos para convencer al ganadero de dejar la madre y su pequeño juntos, se lo quito y lo envió al infierno de los garajes para terneros.
Piense en un instante en el razonamiento complejo elaborado por esta mamá.
Primero, recordaba la pérdida de sus pequeños precedentes y la consecuencia de volver con ellos a la granja: nunca más verlos de nuevo, una situación desgarradora para toda madre mamífera.
En segundo lugar, formula un plan y lo ejecuta: si devolver a su ternero a la granja significa perderlo inevitablemente, entonces instalará y esconderá su otro pequeño en el bosque, como las ciervas, hasta su vuelta.
En tercer lugar – y no sé cómo explicarlo – en lugar de esconder a ambos terneros, lo que habría atraído la sospecha del ganadero (una vaca gestante que dejaría la granja por la tarde, la misma vaca que volvería por la mañana no gestante pero sin progenitura), le dio uno y guardó el otro. Ignoro cómo pudo hacerlo – Habría sido más probable que una mamá desconsolada intente esconder sus dos pequeños.
Todo lo que sé, es que suceden detrás de estos ojos magníficos, muchas más cosas de las que nosotros, humanos, jamás hemos querido ver. Como mamá, que he podido criar a mis cuatro niños, y no tuve que sufrir de la pérdida de ninguno de ellos, siento su dolor. ”
Consejo del Dr. med. Ernst Walter Henrich:
Acabe de consumir leche y lácteos hoy mismo. Éstos pertenecen a la cruel industria animal y son con seguridad, los productos más perjudiciales para la salud.
Traducción libre basada en el original de Action for Animals
http://www.globalanimal.org/2012/04/13/cow-proves-animals-love-think-and-act/71867/